miércoles, 10 de noviembre de 2010

Aquellos tiempos


"Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo" J.L.B.

El tiempo y yo no nos estamos llevando todo lo bien que quisiera.
Me parece que se burla de mí, cuando logro al fin reunirme con vos, y esos instantes pasan muy rápido. Tanto que una cena termina y casi no hemos saboreado el placer de una discusión, no llegamos a olisquear siquiera el aroma de un café compartido, no se pudo hacer la pantomima de "no se te ocurra pagar", que ya estamos despidiéndonos.

Y cada minuto de cada hora, se hace eterno, intentando la nueva manera de verte. Así, se pasa volando un recital porque mi lucidez se concentra en cómo contarte y dónde incluirte para la próxima, y las canciones que escucho con media oreja, se vuelan pensando si serán de tu agrado, o por el contrario, si no te va a gustar.
O buscar en las carteleras los shows a los que te invitaría, y que esa distancia entre el hoy y esos shows sea marcada como lo harían los presos.

La última vez que hablé con vos se transforma en importante para no vaciar el stock de paciencia, y entonces pienso cuál puede ser un buen momento para retomar la charla, aunque a mi ánimo le parece estar pagando una factura de movistar, claro y personal al mismo tiempo, en concepto de comunicación no efectuada, empezando desde que corto y corriendo hasta un tiempo que ya considero prudente (pero que es larguísimo).

No saber nada de vos estira mis días al límite de lo tolerable, y cuando ya me digo que está bien, que no es cuestión de producirme una úlcera de paciencia, busco tu respuesta en un mensaje, en el chat, en algún lado, para seguir tomando impulso, para seguir "manejando el tiempo".

Se ve que no se toma muy bien, el tiempo, que no le agradezca que siga corriendo, y que sólo piense que todo ese hueco que arranca bien temprano y termina allá a las perdidas, sea el tiempo de no verte, y que haga todo lo que sé y todo lo que se me ocurre para pasarlo, porque es sólo eso, el tiempo en que no estás.

Qué culpa tengo yo de que seis minutos de msn a la semana sean todo el tiempo que te tuve conmigo, y que claramente le ganan en intensidad a los 6 días 23 horas 54 minutos en los que quemé mi cerebro buscando cómo verte sin que me tengas que ver, tratando de que me escuches entre el ruido.

Se nota que a Cronos no le cae bien que sea tan injusto con la mayor parte de mi vida, y que sea tan descarado el favoritismo hacia el lado de la pizarra en que coloco el tiempo con vos, en desmedro de esa barrabrava de horas días meses años, que son el tiempo en que no estás, o, como yo lo llamo con todo el cariño que puedo, el tiempo para que estés.

Ya no le creo a la lógica, y tampoco a los relojes; pero sé que no soy un caso perdido. Conozco someramente a un ciego que considera el tiempo casi de la misma manera que yo lo siento; a ése, si lo vendiera, tal vez le compraría un rolex.


1 comentario:

  1. Correcto. El Tiempo se burla cruel, nos observa impávido tratando nosotros de retener esos segundos, minutos, horas? que justifican todo el resto de mera "demora temporal..". Y odiamos sentir eso, pero cómo evitarlo racionalmente? Prisioneros somos del silencio que preferimos mantener ante los gritos altaneros de nuestro existir interior, por el miedo de perder lo que incluso no se tiene en absoluto y muy probablemente jamás se tendrá. Y cerramos la mano y aspiramos profundo ese segundo ultimo que guardamos para saborear enroscados a la almohada en las noches desveladas... jurandonos dejar pasar un tiempo prudente que nos aleje de todo, de nosotros mismos, para luego buscar, como bien decis, una respuesta aunque sea pasajera y sin sentido, pero vitalmente necesaria...

    Grato saber, que a alguien mas le sucede. Brindis por lo que no será y esperamos mirando el reloj!

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