lunes, 31 de mayo de 2010

Táctica y Estrategia del Garrón


De nada sirve, está claro y probado, tener las piezas del rompecabezas si lo que se busca es seguir jugando al TEG.

Es al pedo, no hay nada que hacerle. Imagináte que vos veas que todo lo que tenés para ofrecer, sea lo que otra persona buscó infructuosamente en otros, sin detenerse ni un instante en ver a qué se debía tanta insistencia tuya en que te tenga en cuenta. Pensá por un segundo, que en el momento en que vos te enteraste que la otra persona casi se mata en un accidente, no dormiste hasta saber realmente su estado. Y que, una vez que te dejaron verla, el otro de turno no hacía nada más que sentirse culpable, mientras vos te rompías el alma por animarla, tocando una guitarra desafinada y vociferando como un perro, pero por dentro sólo pensabas en no irte para que se sintiese acompañada y se recuperase lo más pronto posible. Eso, sabías, terminaba en que la otra persona volvía a su vida normal con el otro de turno, pero si era para bien...vos estabas ahí.

Pensá esto otro: después de años, el otro de turno confiesa su necesidad de vivir cosas nuevas, dejar la vida monástica y emprender la vida loca, y la otra persona ve derrumbada una parte de su vida, en la que seguramente había miles de proyectos que ahora debe compartir con la sombra, tantas ideas sobre el porvenir se le vienen como cuando sacás la carta que sostiene el castillo. Y es después de insistir e invitar al cine, y asegurarle inofensividad, que termina explotando en una crisis de llanto en la mesa del comedor de tu casa, contándote lo mal que el otro la dejó, lo triste que es ser abandonada. Y vos, en vez de regocijarte en su sufrimiento, te ponés peor, porque si hay algo que soportás menos que el rechazo de la persona que soñaste para vos, es ver a una mujer llorando.

Y dos años más tarde, volver a escuchar su entusiasmo por encontrar a alguien a quien querer, y vos mirándola y tratando de saber qué es exactamente lo que no podés dejar de ver en ella. No es su físico. No es alta. No es decididamente bella. No tiene unas curvas monumentales; y sabés positivamente que has estado con mujeres más atractivas. E interesantes. Pero seguramente, como a cada acción le sigue una reacción igual y opuesta, ahí estás como un soldado. Más lejos te quiere, más querés seguirla. Así que volvés a la carga, y dejás fluir la conciencia. Decís todo lo que te viene a la mente, y por toda respuesta, la otra persona te dice qué querés que haga yo con lo que me estás diciendo, qué querés que te responda. Nada, decís. Porque no vas a tener la respuesta que necesitás. Entonces preferís ninguna. Y qué sensación extraña, cuando tu diálogo llega mediatizado por alguna amiga, que te explica que lo trascendente de la charla fue "se me tiró". Loco, ¿no?. La forma de sintetizar tu torrente de emociones, como que atrasa diez años, podría haber sonado así lo que le dijiste cuando se conocieron, y sin embargo, después de una década, acá estamos de nuevo. Ya sé, estás por decir que entonces, hay alguien que se quedó, que no creció...¿me podrías decir quién de los dos fue, mi estimado, el que se quedó?.

Seguí imaginando; ahora, después de un tiempo de silencio, mensaje para el día del amigo, porque más allá de todo siempre estuviste, sarasa sarasa. Ahora bien: si te quedás sin palabras, es necesariamente una buena señal, o un indicador de que sinceramente preferís evitar la grosería de decir que amigos tenés a patadas pero que lo último que querés es la amistad de esa persona?

Te estás yendo por las ramas, pero por ahí es mejor, mirá...porque nunca te esperaste que te dijera que pensó en mudarse a tu casa. Claro, era absolutamente imposible, tal vez por eso lo mencionó, pero quién te quita los bailes mentales que hiciste, tratando de manejar lo inmanejable, esto es, meter a esa persona en tu casa, sin que se entere tu novia!. Lo bueno fue que nunca pasó, y que nunca le tuviste que decir "no juegues conmigo".

El pensar que todas estas cosas que te imaginás, pueden ser ciertas, te llena de incertidumbre, miedo, dudas. Y sobre todo, una sensación extraña: te gusta, pero ¿hasta dónde pensás llegar con ésto? O sea, no queda muy claro si te usan o vos estás pidiendo por favor ser el usado. Pero se parece más a lo segundo. Tu orgullo no es algo que cotice mucho en bolsa, a lo que se ve...

Pero sigamos, a ver qué onda. La otra persona se fue a vivir sola. Ahá. Sola de toda soledad, sí, entendí. Pero yo tenía entendido que no estaba sola, que ya tenía un otro de turno. Ahá. Interesante. Y vos estás seguro que sola. Ah, el otro no quiso irse a vivir con ella...ella no le insistió tampoco. Claro, si no viene es porque no quiere, si no quiere la hago igual. Vos tendrías que aprender un poco. De tu lado estoy, ¡qué susceptible te ponés cuando imaginás, che!. Y vos ahí no tenías nada que hacer. Ah, cierto que vos sabías hace mucho que se iba a ir, sí, ya está. Y trataste de ayudarla en lo que pudiste, como esa tarde de miércoles que le ofreciste acompañarla a comprar la tele el viernes, y como ella no podía le dijiste que sí, que hoy, que ok, pero dejaste cuatro cosas colgadas. ¿No hablamos ya de tu orgullo? Ok, me concentro. ¿Cómo seguiría?

Ahá, ahora sí son 2. El otro de turno no se viene con todo, pero se viene. Y se casan. Luego no se casan. Y ahora de nuevo sola. Un poco rápida tu imaginación, en lo que no le interesa.

No tenía realmente intención de casarse, si no lo hubiera hecho. No quería compartir su vida con la otra persona, sólo se subió a una vida a la que no le pudo seguir el tren, y luego ya no sabía cómo bajarse. Faltaba comunicación, claramente. ¿Sabría todo lo que sabés vos? No, no me olvidé que vivían juntos, pero como vos sabés lo que necesita...no te estoy gastando, es sólo que vos sabés y ella no, no es creíble.

Imaginá que la otra persona llega a una edad en la que está buscando algo más que una compañía o alguien para salir; ¿creés irrelevante la edad o lo que el otro de turno tenga para ofrecerle, o al menos que quiera algo parecido en un futuro más que cercano? ¿Y vos asegurás que quisieras lo mismo? Bue...parece un buen punto.

Pensá que la pareja se desgasta por el tiempo que pasan juntos, pero sobre todo, por el tiempo que pasan juntos sin proyectos. Imaginá que los planes están, que sería cuestión de decidir dónde y vos te mudás. Se ven poco, por sus actividades; nadie invade al otro. El tiempo libre que les coincide es tan justo que les permite hacer lo que quieren como pareja, descansar, y para cuando se aburren, lunes otra vez. Los días que uno termina tarde, el otro no, así que ni por cocinar se pelean. Para hacerte la peli, venís fenómeno. Tratá de ir más a lo pedestre: los muebles que te sobran, a la otra persona le faltan y viceversa. Claro, se los compró y te caga la mitad de las escenas. Bueno, seguí. Está con problemas en su laburo. Problemas que ya tuviste vos en los tuyos. Pues bien, es bueno que alguien le tire ideas. Quiere cambiar, está saturada, le tirás buena onda, que no se limite, que nunca es tarde. Que cualquier cosa, vas a tratar de ayudar, como si hiciera falta decirlo.

Ahora, la verdad de la milanesa. Y sería bueno ver esto como una solución, pero se ve que no podés verlo más que como un problema. Si algo no te deja dormir, no es una solución, dirás. Y puede que no estés errado, es cierto. Pero ahora, mirá lo que te digo, escuchá lo que te cuento. Si todo esto que me contás no entra por la puerta, por la ventana ni loco. Si no hay atracción, no la hay. Si todo lo que podés ofrecerle, es lo que necesita, pero lo quiere de otro, vas a pasarte más tiempo del que ya quemaste. Vos no clasificás. TE falta lo que a otros le sobra. Y qué sé yo cómo se llama. Suerte. Facha. Ángel. Carisma. Ponéle el nombre que quieras, no está. Lo tuviste antes, tal vez. Eran nenes. Por eso te preguntaba antes quién se quedó.

Nadie me sabe decir qué te falta. Mirá que lo charlé. Porque ahora que la pienso de nuevo, antes por ahí estaban jugando a cosas distintas. Ahora no sé. Y lo peor es que si la otra persona decide seguir buscando las piezas en otra caja más difícil, una va a encontrar. Si vos seguís imaginando, vas a terminar jugando al TEG cuando a la otra sólo le falte un pedazo de cartón, que se consigue más fácil, y es más lindo, che.

martes, 25 de mayo de 2010

Árboles de fuego para Navidad


Sin duda, una de las cualidades de la música es lograr transportarnos a distintos estados de ánimo, a veces mejorándolo, a veces simplemente acentuando nuestra tendencia con algún tipo de resorte emotivo que se activa al reconocer o escuchar por primera vez alguna canción, una letra, un fragmento de la melodía o simplemente, como ruido de fondo que, por esos extraños mecanismos que se conectan en nuestra mollera, se graban en nuestro inconsciente hasta el momento justo en que se disparan hacia el centro de nuestra atención, como imágenes venidas de la nada, que a la nada van, pero que mientras duran, nos sacuden igual que un cachetazo con el que se despierta a los desmayados, o se quiere volver a la lucidez a quienes en un rapto de locura, desvarían y divagan en pavadas dichas sin conexión.

Y lo que me pasa con determinadas canciones, como a otros les pasa con una foto, un perfume, incluso una comida, es que escucharlas es un viaje al momento, al lugar y a las sensaciones que asocio, a veces con lógica y otras no tanto, a ese pedazo de vida. Son muchísimas, es más, hasta sospecho que tal vez este sea el primero de varios post que inauguran una sub-sección dedicada a experiencias similares.

Todo esto para decir que, en el año 2003, noviembre para ser más precisos, paso por Stelmar y veo que Mario coloca en la vidriera un objeto cuadrado de dibujos raros (y feos, si cabe) con predominancia del color naranja. El coso cuadrado era un CD, en su caja, por lo demás. Y era de Los Piojos. El nuevo, el último, Máquina de Sangre, del que ya había leído algo en el Sí de Clarín, pero del que no sabía fecha exacta de lanzamiento. Se sabía que el corte sería Como Alí, que no tenía, por lo demás, otros hits, y no mucho más. A esa altura del mes, sorprendentemente (o no tanto ahora que recuerdo...estaba sin novia oficial, que a veces sale más caro pero no era este el caso), me agarró con plata y lo compré sin preguntar precio.


Lo fui escuchando a la vuelta a casa, y antes de entrar el auto a la noche, escucho el track 10, y como una especie de paréntesis, me vuelve a la memoria una tarde que no voy a poder olvidar.

Verano, diciembre, miércoles. Pasado el mediodía, Salgo de la oficina con toda la intención de realizar, con autorización, dos o tres diligencias extralaborales: recoger, en ticketek (Viamonte y Florida en ese entonces) el regalo de Navidad para José, esto es, la entrada al primer recital que Roger Waters realizaría en el país. Y de paso, también, las entradas para el partido que esa misma noche, San Lorenzo jugaría para ganar su primera copa internacional, la Mercosur. Además, la empresa realizaba su brindis de fin de año en el Castelar. Por lo que se ve, una agenda cargada.

En viaje, me sorprende a la altura de Nine una aglomeración de autos, y cuando se alcanza a disipar la misma, veo que la causa de dicho amontonamiento era que la autopista estaba cortada por manifestantes. Nos desvían a todos hacia Panamericana, por ruta 23. Y de ahí en más, fue sentir la desolación. La primera sensación de desolación: el más cercano, EL Chivo, estaba literalmente en ruinas. Más adelante, todos los mercados más o menos grandes, tenían las persianas rotas, mucha gente alrededor, y móviles inmóviles policiales. Lo volví a ver en el Dia% de Pilar, tal vez el más estremecedor de todos los saqueos que ví esa tarde.

Cuando al fin logro llegar a Panamericana, recuerdo la soledad de ese viaje. Era muy poca la gente que transitaba por ese monumento al tránsito, y el epítome de la congestión, la endemoniada avenida General Paz, parecía la ruta 178, la que va de Pergamino a Alcorta. Nadie.

Llegado a destino (Lima y avenida de Mayo), termino los trámites laborales y me dedico a lo interesante. Las cuadras que caminé hasta llegar a Florida me mostraron un microcentro extraño, con un clima enrarecido que, sin embargo, no podía precisar a qué podía deberse, tan concentrado estaba en los tickets. La peatonal, ciertamente, provocó una segunda sensación de desolación, y ya me encontraba un poco más atento dado que tenía conmigo en ese entonces, lo que había ido a buscar.
Pero ciertamente, la vuelta hacia el Castelar fue lo que más recuerdo de esa tarde.

El regreso lo emprendí subiendo por lavalle, hasta Pellegrini. Les recuerdo, era miércoles. Estábamos cerca de las fiestas. Eran las 17.30 cuando me encontré, en Pellegrini y Sarmiento, mirando hacia la 9 de julio, la avenida más ancha del mundo, la que hoy luce con todo la parafernalia del Bicentenario, a escasos metros del Obelisco. Y esa tarde de diciembre, con un cielo plomizo, con un viento inexistente, vi algo que no creo vuelva a ver: la avenida desierta. Ni un auto. Nadie. Traté de cotejar esta sensación con otras personas que vieran lo que yo. Y no pude. Tampoc había nadie transitando por las veredas. Y recién ahí me percaté de otra nimiedad: los negocios, estaban cerrados.

De ahí en más, sólo puedo decirles que sentí miedo, Y les puedo asegurar que fue el momento de mayor miedo de mi vida. Uno puede disgustarse con algo, saber que lo que viene no es algo placentero, desear que el próximo momento no fuese a pasar porque se sabe lo mal que uno lo va a pasar. Pero miedo de verdad, creo, se le tiene a lo desconocido, a lo que no se entiende, a lo que no se sabe por dónde nos va a pegar. Lo mismo deben haber sentido (al menos se asemeja a lo que ciertas pelis de la segunda guerra me transmiten) los jerarcas nazis que acompañaban a Hitler en su bunker, durante los últimos días de los bombardeos en Berlín; esa calma tensa que sólo es el preludio a la sirena de los detectores de bombas. Esa sensación de ciudad paralizada, no podría ser nada bueno. No había chance de que algo terrible no fuera a pasar en ese estado de cosas. No sé si les dije que ese miércoles, de diciembre, tenía fecha 19. Y el año era el 2001.

Escuchando "dientes de cordero", ya desde el vamos, con esa armonía opresiva, ese riff de guitarra nada somplaciente pese a su facilidad de ejecución, esa pesadez tanto en el fraseo de Ciro como en la cadencia armónica, me llevaron de los pelos a esa tarde. Ni que hablar cuando, llegado el estribillo, escucho "Y ahora quién se viene, y ahora quién se va", y lo de la sangre en la vereda. Que la noche es larga y cómo pega el sol...

Meses más tarde, en mayo, comparto Vélez con mi hermana y Ciro cuenta que escribió ese tema, justamente, por todo eso que viví esa tarde, y lo que muchos más vivieron las tardes siguientes, con (muchísimo) peores resultados que yo. Ciertamente, esos días, el país se rompió, y ambos, desde nuestra perspectiva, lo vi(vi)mos.

San Lorenzo salió, en enero del año siguiente, campeón de la copa; vimos uno de los más fabulosos recitales, con sonido cuadrafónico y todo, y estaba clarísimo que el recital entero estaba dolarizado, ya que los llaveros más pedorros estaban a $17 y las remeras eran directamente impagables. Pero no es de eso que me acuerdo cada vez que a Ciro le duele cantar.

lunes, 24 de mayo de 2010

Botineras



Lucas nunca llegaba para ver el partido de reserva. Un poco porque siempre se encontraba alguna actividad para estirar la partida, sobre todo los días que se iba solo a la cancha, otro poco porque el hecho de estar en media hora de auto le permitía esa morosidad, y le era fácil estacionar en el club Italiano. Pero ese día de octubre no encontró mejores excusas, además de que el del ciclón era el primer partido de la tarde, con lo que el Fútbol para Todos no tenía nada para él. Se había despertado bastante entero luego de una noche de sábado bastante tranquila aunque cargada de etílico, y había desayunado a las 12. El partido de las 15 y el desayuno reciente le impedían almorzar hasta al menos el entretiempo, así que subió a la gaona, para llegar al Nuevo Gasómetro a las 13,20.



El ahorro de la semana le permitió darse un pequeño lujo, la Norte Baja, desde donde prácticamente se puede patear el balón del juego, de tan cerca que se está. Lo que de la Platea Sur se ve muy lejano, y desde la popular se adivina, aquí Lucas lo tenía frente a sus narices. Podía casi sentir el olor de la grama azotada por los tapones de los 22 jugadores, y su pasatiempo en la primera etapa fue tratar de reconocer jugadores (propios y contrarios) entre las dos alineaciones, y volvió a sentir eso que sintió cuando su primer partido de reserva: aunque los conociera de memoria jugando o en el banco de la primera, o en los programas de TyC, o en las fotos de El Gráfico o de Olé, o en las distintas páginas que pueblan la red, cuando un jugador de primera baja a jugar en la tercera, se transforma en un semidesconocido, con menor reconocimiento aún que el pibe de quinta división, que sube al banco un par de fechas y luego vuelve a asentarse en su categoría natural.



En esas conclusiones andaba Lucas al finalizar el primer tiempo, cuando una nueva particularidad que no había notado antes, asestó en su afiebrada mente un nuevo golpe: el árbitro del partido, era una mujer. La vio con la casaca negra, el silbato colgado y el pelo tirante en una trenza muy prolija, y, sacando el hecho de que aún no es muy corriente una señorita referee, algo que no podía verbalizar, ni mucho menos bajar de la nube de sus ideas, decía, algo lo hacía mirar intensamente la retirada hacia vestuarios de la impartidora de justicia.




"Ya nos conocemos, ¿verdad?-le espetó Máxima justo después de guardar en un cajón de la mesa de luz los $250 y segundos antes de refregarse delicada aunque salvajemente contra la humanidad de Lucas, quien continuaba perplejo por la belleza de la mujer que ahora lo desnudaba, a la vez que ampliamente satisfecho de su elección, por los mismos motivos. Siempre le intrigó eso, si ellas, que recibían tantos clientes, se acordarían de alguno. No ya de los frecuentes, sino de los ocasionales, los que aparecían una vez y no volvían a compartir esa hora de caricias y sexo. -¿Vos no tenías un boxer con iguanas celestes, el día que viniste? Mirá que trabajo bien...o sea, mucho...pero me acordé, fue un flash. ¡Qué bárbaro! ¿Cómo me voy a acordar de eso? -decía Máxima, entre sorprendida y divertida.



"Mejor por algo que por nada", pensaba Lucas, "al menos se acuerda...". Durante la charla post, comentaron lo rara que puede ser la memoria en almacenar datos, siguieron hablando de personas raras con quienes hayan estado, y en ese contexto, Máxima le dijo:


-Raros, raros, son los futbolistas. Mirá que estuve con muchos (y de diferentes equipos), pero no sé...sí, son lindos, musculosos, atléticos, pero...muy "ellos". No sé si me explico...Siguió diciendo, (con nombre y apellido, club y compañeros) por ejemplo, que muchos eligen ir con amigas de ella y sólo mirar, que otros van a "sacarse dudas", que algunos van de a 2, y terminan pagándole a la chica más su silencio que sus servicios...que Esperanto es un mal lugar si tenés novia y efectivo...y le dijo a Lucas algo que nunca se hubiera imaginado:


-Yo jugaba al fútbol. Y era buena...primero jugué de delantera ("no me soprende", pensó Lucas, mirando y tocando esos 120 cm de busto) pero luego me bajaron a volante por derecha, de ocho, bah. Jugué en la primera de Quilmes. Luego me rompí los ligamentos y en plena recuperación, conocí un chico de la cuarta que estaba en el negocio de los strippers y me ofreció contactarme con sus fiolos. Y acá estoy. Claro, no era rubia ni tenía este par...pero salí 3 veces elegida la jugadora más linda de AFA.Lucas recordaba haber visto en el programa de Atlas unas jugadoras de San Lorenzo, y pensaba que, si ese equipo era un promedio, Máxima robaba aún sin todo el artificio actual. No eran lo que se dice un resumen de femineidad, las cuervitas.




De todo esto se acordaba Lucas, por varios motivos: seguramente el primero ha sido asociar inmediatamente a la otra mujer que sabía dentro de la actividad futbolísica con el referee de reserva; el segundo fue que durante la semana previa al partido había intentado encontrar en los sitios a Máxima, sin suerte. Y ése, puntualmente, fue el ahorro de la semana, que le permitió hoy estar en la fila 3 de la Norte Baja.




Cuando salieron los equipos para jugar el segundo tiempo, Lucas recocnoció al número 14 de Lanús, un jugador bastante movedizo, inquieto, muy bajito al lado del 5, el 2 y el 6, que en su momento de explosión en primera jugaba de 8, con llegada, gol, y una gambeta interesante. Y luego de un pase a la segunda división de Inglaterra, y seis meses de comer banco y no entender el idioma, se volvió lesionado al club de sus amores. Y hablando de amores, por eso también Lucas lo recordaba bien, fue uno de los amores rentados de los que Máxima le contó, nombrándolo indignada, y con mucho resentimiento. No quiso ahondar en detalles con él, como lo hizo con otros. Sólo se limitó a decir "ese sí que se portó muy mal".




Algo sorprendió a nuestro plateísta. La referee se veía muy bien, y en un ambiente machista como el fútbol eso no era algo a pasar por alto, con lo cual en el trayecto de la boca de vestuarios a la media cancha, recibió piropos de diverso tenor, de parte de la platea y, sobre todo, de los jugadores de ambos equipos (como queda dicho, desde su ubicación Lucas podía escuchar todo, hasta las respuestas educadas pero evasivas de la señorita). Pero el 14 de Lanús, al verla cara a cara, no pudo reprimir un gesto de espanto, que fue devuelto por la árbitro con una de esas sonrisas que sólo pueden traerse algo más. Y no muy sano para la otra parte, si cabe la aclaración.




A medida que pasaron los minutos, Lanús atacaba la valla cuerva con insistencia y con las pinceladas de calidad de su repatriado volante, quien por otra parte, se cuidaba mucho de acercarse a la colegiada. Lucas empezó a darle atención a ese duelo implícito, seguro de que algo más interesante que el partido en sí podía desatarse, y seguro también de que él sabía algo que no estaba a la vista, pero que no tardaría en caerse del árbol de los imponderables.




Hasta que por fin, algo pasó. El 9 se tira a pivotear cerca de la medialuna, recibe un pase en cortada del 5 y logra cachetear con zurda para que, por el callejón del 8, entre el recién ingresado y se lleve la pelota ante la lenta reacción del lateral y el central izquierdo locales, quienes sólo atinan a mirar. Lo que provoca la salida alocada del arquero, que se tira de cabeza al balón, levantando por el aire al 14 granate. Penal en el bajo Flores, en Lanús, en Inglaterra, donde quieran. Pero la referre decide dar como válido el acto suicida de Nereo, pitar tiro libre al lado del punto penal y amonestar al 14, por simular.



Si la cara de ese muchacho trasmitía desconsuelo en el momento de darse cuenta del fallo, lo que se reflejó en su rostro una vez que le mostraron la amarilla y la árbitro se acercó para decirle algo al oído, directamente fue terror. Desencajado, visiblemente nervioso pero no del modo en que los jugadores muestran su adrenalina, sino más bien como las muchachitas que son perseguidas por los monstruos degenerados de las pelis de terror, corría por la cancha con una palidez cadavérica y mirando preocupado a la vestida de negro.




Lucas seguía apasionadamente el duelo. Además, definitivamente estaba buenísima. Le parecía irreal que los 22 no se le tirasen encima con cualquier excusa. Pero algo más que la muy buena presencia le llamaba la atención, lo intrigaba de la referee. Y el hecho más inquietante se dio faltando tres minutos. Con todo perdido (el empate no le servía a ninguno, pero menos a San Lorenzo), el local adelanta un poco sus filas y, en una escalada del tres, el 14 de Lanús se tira a los pies y le saca la pelota con aparente limpieza, por eso sorprendió a todos el pitazo y las señas indicando el punto penal (si Lucas no fuera tan fanático, casi hasta hubiese puteado ante semejante ¿error? de la jueza), y en el momento que la vio blandiendo primero la amarilla y luego la roja, de frente, riéndose socarronamente y con aires de suficiencia, el expulsado y Lucas reaccionaron al mismo tiempo, y ahí relacionaron: no era ya rubia, no tenía un busto exuberante, sin los tacos altísimos y los lentes de contacto y la lingerie roja era hermosa pero no violentamente llamativa; mas seguía siendo ella:




-¡¿Máxima?! -Lucas desde la baranda de la platea, y el 14 arrodillado en el borde del área chica, gritaron al mismo tiempo ese falso nombre, que protegía su identidad en su trabajo, pero que ahora la hacía vulnerable.




Sin darse vuelta, anotando detrás del cartón rojo, la primera mujer árbitro en llegar a la máxima categoría del fútbol argentino, terminó el informe que detallaba agresiones verbales y conducta antideportiva. Clarísimo estaba, entonces, que todos tenemos que pagar los males que hacemos, y nunca sabemos de dónde va a venir el pelotazo que infla la red, ni en qué minuto del partido un penal nos arruina el festejo. Lucas volvió cansado a su casa, como cada vez que lo hacen esperar 30 minutos para poder irse, encima después de un empate horrible entre dos equipos que no jugaban a nada. Ah, el penal de la reserva lo tiraron afuera. Lo vio a Miguel Ángel Rodríguez en la platea, no lo saludó.

lunes, 17 de mayo de 2010

EHEHEHEHEHEHEÉÉÉÉ!!!!!

Lo festivo del título, tiene que ver con que, si se fijan en el contador, el blog ha llegado a las 1000 visitas. Cosa de la cual me enorgullezco, y que festejo de esa manera...
Prometo, a partir de ahora, dos cosas. La primera: no repetir este gesto de frivoludez, como diría Mendieta, hasta al menos alcanzar las 10000. Y la segunda, acutalizar más seguido. Ahorita, con el feriado de Vicente Bario encima, sé que lo voy a utilizar porque ideas algunas me quedan, pero tiempo, me quedé sin.
Saludos.
Leandro

viernes, 7 de mayo de 2010

Rock and roll

Amigos, esta vez salgo un poco de la temática habitual, y los molesto con un chivete.
El día domingo 9 de mayo, en el marco del ciclo UnLUgar para compartir, se presentarán AHB (mi banda) y Tropelía, una banda amiga, en el Teatro Municipal Trinidad Guevara (Rivadavia 1096), de Luján. La cita es a las 19 hs, puntual, las entradas cuestan $ 5,00 (más barato, imposible).
Además, como dato, vamos a grabar el show (ambas bandas) para ver si luego, más adelante, quién te dice, por ahí, sale el registro del recital en un CD...
Saludos, y nos vemos el domingo.