lunes, 28 de junio de 2010

Me duele festejar, me gusta igual...


No tengo que estar sentado acá.

Ahora ya es tarde, pero tendría que haberlo pensado muy bien. Debería hacer más caso de esas sensaciones de "peligro inminente", y no confiar en que, como siempre, todo me va a salir bien. Ahora no hago a tiempo a volverme a casa, ni a palos. Y en este pueblo pedorro no debe haber muchos bares abiertos, y la verdad es que ni ganas de buscar uno tengo.

Las sigo mirando, mientras cantan el himno los jugadores, y la hinchada hace esa paparruchada de seguir la introducción con un corito, y realmente no las entiendo. Son amigas, eso está claro. A una la acaban de plantar en el altar, prácticamente. La otra está llorando por una historia que empezó con el tipo que eligió para largarme a mí, y parece que ahora también se terminó. O no, qué sé yo, hace una semana que ni me atiende ni em responde los mensajes.

La dueña de casa me invitó, hay que aprovechar que comemos por acá, aunque no puedo dejar de pensar en la que me dijo que basta, que no de ser amantes no iba a pasar de ahí, que no quería ser más que lo que éramos, que de hecho quería "ser menos", je. Y la verdad es que es raro, todo el escenario. Entre hombres, esta situación es imposible. O termina con la cara de alguno rota. ¿Con qué cara le digo a mi mejor amigo que me gusta la mina con la que estaba saliendo hasta hace un mes? ¿Y que la voy a llamar? ¿Y que, una vez ya cometido el sacrilegio, le cuente que nos seguimos viendo? Claro que no me molesta, debería responder cualquiera, en el caso de que algún desubicado llegue ya a la instancia de creer que puede pregutar semejante cosa...Otra de las razones que me obligan a pensar que no voy a entenderlas nunca.

Pero, como queda dicho, la situación está dada para que aproveche el río revuelto.
Mi cabeza no deja de tirarme ideas para levantar el ánimo de la otra, mientras la dueña de casa me mira cada tanto, cuando la pelota se va al lateral o hay alguna repe, con esa extraña combinación de deseo, culpa (que quiere hacer extensiva a mí...justamente a mí...), tristeza por su propia situación no resuelta aún -y que ambos sabemos que quiere tapar-, y de cosa juzgada, de un "mientras tanto" que ambos, también, sabemos que dentro de unos días será como veremos esta historieta.

La otra, tal vez el verdadero motivo -amén del plato servido- por el cual estoy acá, está en un estado que dudaría mucho en calificar de regular; es definitivamente preocupante. Si no pude ver una reacción o alguna mueca en los goles. Algo pasa con su novio. Algo malo, según escuché que comentaban. No me dicen mucho. No estoy, claro, para eso. Ninguna de las dos me dice mucho de sus historias. Pero al menos, con la dueña de casa corro con la ventaja de que hoy, yo soy su historia.

Pongo el agua para el mate en el entretiempo, mientras ellas bajan a comprar facturas. Quizás se sientan más cómodas en hablar de otros hombres fuera de la presencia del tipo que compartieron (y que no comparten porque la otra no quiere); si tuviese que elegir entre ambas, la dueña de casa perdería más fácil que México. Pero no pasará, sólo hay lugar para su novio en su cabeza, y es claro que no fui nada en comparación con él.

Me duele? Tal vez, pero no sé si me duele el orgullo o es algo más profundo. Por lo pronto, me encargué de contarle todo lo concerniente a mi historieta con su amiga, y a recordarle toda vez que pude que sigo pensando en ella, que sí estoy enamorado de ella. Que por muchos motivos lo de la dueña de casa no es algo serio, pero uno de ellos es, básicamente, que me interesa más volver a ser, aunque sea, lo que era antes de dejar de vernos, pongámosle el nombre que quede mejor, pareja, amante, sextoy, etc.

El partido está definido, la charla entre ellas ya es más parecida a lo esperable, "qué espalda que tiene el 22", "¿cuál es el Pipita?", "ay, mejicano puto, ojalá te mueras (saludo al autor del 3-1)", "¡Qué lindo es el Pipita!" y demases. No puedo soportar verla así. Menos, aún, la idea de que no puedo hacer absolutamente nada para que eso mejore. No tengo lugar hoy en su vida, y no puedo hacer nada para que no piense que lo de salir con su amiga es para estar más cerca de lo que ella me permite; de hecho, lo realmente doloroso es compartir el partido con la dueña de casa y ella, pero es mejor, por la mierda, que no verla nunca más. Aunque...si ellas no se sienten incómodas...¿de qué me quejo?.

Me voy a poner la campera. Nos espera Alemania. Salimos a festejar.

1 comentario:

  1. No sé porque, pero siento que conozco la historia. Es bastante acertada, pero la palabra amor, o enamorado, sobra, podrías haberla obviado tranquilamente. Los seres humanos somos complicados y leyendo esto empiezo a preguntarme... Quién será el problema, ellos o nosotras, él o yo. Qué si yo soy el problema?

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