martes, 15 de junio de 2010

Volvió la murga, a seducirnos otra vez...




El día (la noche) anterior al 25 de mayo, fecha impuesta como "el Bicentenario" de algo que aparentemente los patriotas de 1810 fundaron ese día intencional y concienzudamente, y que en definitiva es este país, asistí a La Trastienda,
a ver el espectáculo de los que a mí me parecen los Rolling Stones de la murga uruguaya, Agarrate Catalina. No voy a entrar en detalles de la actuación que brindaron, que fue magistral, emocionante, con la calidad de siempre. Más que a eso, quisiera dedicarme a tratar de entender por qué Uruguay puede alojar en su carnaval (el más largo del mundo y el más variado de Sudamérica, ya que Río y su versión pobre, Gualeguaychú, son más espectáculo visual que otra cosa), el candombe, la murga, y así y todo, seguir con el real espíritu del carnaval medieval, que es lo que, más allá de los no feriados actuales, la Argentina Bicentenaria y Buenos Aires ciudad, en particular, han perdido quizás para siempre. Eso, considerando que alguna vez estuviesen presentes.

Pues bien, viendo luego a la Catalina cantando en el Obelisco, me quedó aún más claro que nuestro carnaval no es tan grosso como aquél del otro lado del río, por muchas cuestiones que nos alejan tal vez más profundamente de lo que creemos de los orientales. Es cultural, entonces, la cosa. El ruso Bajtín, decía, a cuento del carnaval, que "en las fiestas oficiales, las distinciones jerárquicas se destacaban a propósito; cada personaje se presentaba con las insignias de sus títulos, grados y funciones. Estas fiestas tenían por finalidad la consagración de la desigualdad, a diferencia del carnaval en el que todos eran iguales y donde reinaba una forma especial de contacto libre y familiar entre individuos normalmente separados en la vida cotidiana por las barreras infranqueables de su condición, su fortuna, su empleo(...)". Al ver a la señora presidente en el palco oficial, bailando (he aquí la definición perfecta de la palabra "eufemismo"), me recordaba que tal vez en una sociedad monstruosa en todos los sentidos de la palabra, como la argentina, ya no deje la posibilidad del trato interpersonal, por muchas razones -la intolerancia y la violencia, tal vez, rankean primeras-, pero también porque ya hay una necesidad de separarse de "la gente" como colectivo a veces necesario, a veces imprescindible pero siempre vapuleado, y la comparación es inevitable: anda circulando el audio del Teatro de Verano de la Catalina en el que Rafa Cotelo, en el cuplé de "los conquistadores", comienza a bardear el aspecto de su nuevo líder, hasta que le avisan...¡que el tipo está presente! No debo decirles lo imposible que se me cuadra que cosas así pasen en nuestro bendito Vicente Nario's Town, sin que haya llamados del Ministerio del Interior pidiendo suavidad, silencio o que directamente no vayan.




Sigue diciendo Bajtín, "ese contacto libre y familiar era vivido intensamente y constituía una parte esencial de la visión carnavalesca del mundo. El individuo parecía dotado de una nueva vida que le permitía establecer nuevas relaciones(...)". Entiendo que hay una diferencia fundamental en cuanto al volumen de gente que vive en Montevideo, que no sé exactamente cuál es, pero en la capital de Argentina, ya viven más que en todo Uruguay. Aunque no sea suficiente, tal vez, para explicar que una ciudad considerada la más europea de Sudamérica, la de mayor oferta cultural, sin duda la que más cantidad de artistas tiene trabajando en sus noches, viva un carnaval tan lastimero, tan chato, tan pedorro, si se me perdona la expresión. Y sin olvidarnos que en muchos lugares, como por ejemplo mi lugar de residencia, ya ni carnaval como los de 1986 u 87 tenemos.

En aquellos, se daba (porque lo he visto y lo recuerdo así hayan pasado 25 años), que el Intendente, el presidente del club, el empresario exitoso, caminaban por la avenida España, frente al Club Alem, que era el epicentro de la joda, expuestos a la guerra de espuma que protagonizaban pibes con caretas del chavo o los Pitufos (esas de plástico con la gomita para ajustarla a la cabeza, que después de muchos años volví a ver en...Montevideo). Al decir de nuestro carnavalero filósofo ruso, "esta eliminación temporal, a la vez ideal y efectiva, de las relaciones jerárquicas entre los individuos, creaba en la plaza pública un tipo particular de comunicación inconcebible en situaciones normales. Se abolía toda distancia entre los individuos en comunicación, liberados de las normas corrientes de la etiqueta y las reglas de conducta". No quiero trillar el tema y tampoco pretendo decir que este gobierno es así y los demás no. Todos los que ví lo han hecho. Pero...recuerdo el palco del 25 de Mayo pasado y veo cómo se ha agrandado la cuestión.


Básicamente, la época del carnaval, creaba un "mundo al revés" en donde había libertad para decir lo que se sintiera, olvidándose de a quién se estaba diciendo, ya que se igualaba a toda la población, y esa especie de catarsis liberadora generaba nuevas formas de contacto. El que siempre estaba arriba era tocado por el de abajo, estaban todos revueltos, y en esa igualación radicaba lo importante del carnaval. Para que todo pudiera seguir como era, tenía que pasar por esa etapa en donde todo estaba dado vuelta. "De allí que todas las formas y símbolos de la lengua carnavalesca están impregnadas del lirismo de la sucesión y de la renovación, de la gozosa comprensión de la relatividad de las verdades y las autoridades dominantes. La segunda vida, el segundo mundo de la cultura popular se construye en cierto modo como parodia de la vida ordinaria, como un "mundo al revés"(...)".

Así y todo, "el humor carnavalesco es, ante todo, un humor festivo. No es, en consecuencia, una reacción individual ante uno u otro hecho "singular" aislado. La risa carnavalesca es ante todo patrimonio del pueblo; todos ríen, la risa es "general"; en segundo lugar, es universal, contiene todas las cosas y la gente (incluso las que participan en el carnaval), el mundo entero parece cómico y es percibido y considerado en un aspecto jocoso; por último, esta risa es ambivalente: alegre y llena de alborozo, pero al mismo tiempo burlona y sarcástica, niega y afirma (...)". Como se podrá apreciar, no es sólo el hecho de que nuestra clase dirigente no parece estar preparada para asumir un error, ni tampoco el tema de poco afectos que son a recibir críticas, lo que más me preocupa. Nada de eso. Lo realmente alarmante, es que no tengamos conciencia de lo liberador que puede ser recordarles a todos estos seres humanos su condición de tales. La posibilidad de decir con risa, risa de burla y de amargura, risa de nervios y de emoción, que no somos tontos, que sentimos, que vivimos, y que nos damos cuenta, que tenemos cara pero tan tontos no somos. Pero claro, para ello, deberíamos al menos sentir que eso es así. El pueblo no se cree capaz de otra reacción que el piquete, la indiferencia (en realidad, esto es falta de reacción, con lo cual estaríamos trabajando con opuestos y es complicarnos más la vida), o el ciberataque, en consecuencia, así estamos.

Al volver de la Trastienda, venía conversando con quien me acompañó, una debutante en lo que a murga se refiere, y me pareció muy buena su observación: "todo muy gracioso pero re bardean!!". Ésa es la idea, pensaba yo. Ésa es la idea, pensarían los Cardozo si supieran el pensamiento que esbozó.

Al vivir un carnaval como, por un lado, hace años no vivía, y por otro, nunca viví (como es el montevideano), pude apreciar esta diferencia aún más marcada. Realmente, considerar al paso de las comparsas disfrazadas con trajes supuestamente elegantes pero remendados (supongo que en lejana reminiscencia con el arlequín), con bombo, redoblante y platillos sin muchas variantes rítmicas, y pibes bailando con una gracia más cercana a la epilepsia que al compás de la percusión, todo ello sazonado con travestis de muy poca elegancia haciendo de vedettes, considerar "todo" eso, decía, como carnaval...es realmente pobre. No desdeño del trabajo de todos esos agentes, simplemente critico la cortedad de sus pretensiones. Nuestros corsos se reducen a lo más básico de la murga (los instrumentos), lo más decorativo de los desfiles (un baile, como queda dicho, patético), y con estandartes que no calificarían para un concurso de de carteles de tránsito. Todo esto, hablando de lo porteño, para trazar un paralelo con la otra capital.

En Uruguay, la historia queda oficialmente inaugurada (o al menos eso entendí) con el desfile de llamadas. Esto es, muchas (muchas en serio, a la número 20 me aburrí y me fui) agrupaciones de negros y lubolos -blancos que se pintan de negro, que hoy son la mayoría- cuyas banderas y estandartes son grandes denserio y las mueven realmente muy bien; un grupo de bailarinas, las vedettes, cuyo nivel decaía a lo largo de las pasadas; un grupete de personajes característicos, la mama vieja, el escobero, que tienen toda una tradición que oportunamente les contaré; y luego, lo que a mí me convocó: la cuerda de tambores, tocando el candombe, sólo con mano y palo. Sí, es cierto que ya no hay negros, casi; sí, es verdad que después de la comparsa número quince, es todo igual; pero lo que no se puede creer, es lo que se siente al llegar ese enjambre de cueros sonando; es una manada de toros que arrolla la sed, el hambre y las sillas a su paso, nadie se puede quedar sentado ni indiferente ante semejante vibración. No por nada los gobiernos obtusos de la corona y sus descendientes, prohibieron el candombe: no lo entendían, pero le temían.

Con esto solo, ya tenemos para darnos por vencidos; las comparsas bailan mejor y no parece que les picaron en el pie 48 medusas; los trajes están mucho mejor, hay una intención estética en cada pasada de cada elemento de cada agrupación; y queda ya dicho lo de chico, piano y repique.

Peeeeeeeero, ahora es donde empezamos a perder por goleada y abandono: la murga. Agarrate Catalina es una de las mejores de la actualidad, pero también están A Contramano, ganadores del concurso oficial en 2009 y 2010, Falta y Resto, de gran repercusión y muchos hinchas en Argentina, Demimurga, de las mejores "desconocidas" que vi, Queso Magro, y hay como 20 más. O sea, tampoco es que al ser pocos hacen las cosas por la mitad.

Hay un mandato, casi, que marca la pauta de qué debe ser una murga, y de dónde tenemos el problema nosotros: "la murga debe hacer pensar". Todo dicho. La murga uruguaya tiene un tinte político que acá nadie quiere escuchar, principalmente porque nuestra dirigencia no admite errores ni críticas y porque los opositores no saben cómo capitalizar y que no se les vuelva en contra. Y, como para que quede claro, estamos tan pero taaaaaaan lejos, que incluso en el reglamento del concurso (sí, lo tienen que hacer porque si no los des-ca-li-fi-can) están, por un lado, la idea de la crítica y, por otro, el buen gusto. Haré el intento de colocar ejemplos de "Civilización", de la Catalina", en cada uno de los artículos del reglamento que elegí. Veamos:

La murga, esencia del sentir ciudadano, conforma esa verdadera auto-caricatura de la sociedad, por donde desfilan (...) los acontecimientos salientes de la misma (...) tomados en chanza y en su aspecto insólito, jocoso y sin concesiones. " Civilicemos al Pepe", trata de que tienen un presidente nuevo al que hay que "educarlo con premios, igual que a los bebitos, y al conjugar bien un verbo, regalarle un rabanito". Clarito, no? Y acá todavía tenemos gente que escribe en diarios de gran tirada que tenemos una presidenta. Por favor. No sólo aceptamos barbaridades, sino que las legitimamos día a día. Y estamos hablando de una boludez ortográfica...

La veta de protesta aguda, irónica, mordaz, inteligente y comunicativa, es la estructura y esencia de la murga. "

“El enemigo es poderoso y sanguinario, y está invadiendo nuestros dominios.
-Discúlpeme, mi capitán, pero le aclaro: somos nosotros los que invadimos.
-No puede ser, entonces soy de otra trinchera, y son ustedes otros soldados!
-No se preocupe, le cambiamos la bandera, y abrimos fuego para otro lado". ¿Podríamos considerar al vicepresidente, a varios ministros, y tantas otras alimañas políticas (no llegan a la calificación -zoológica- de "animal político”) como homónimos de este general? Vamos, sincérense, zoncitos, hagan de cuenta que estamos en carnaval!

El reglamento aconseja y restringe la acción crítica y satírica de la murga: la obliga pero la limita. Fíjense: "...Y si la situación lo requiriera, mostrará la dureza conceptual de su crítica, que es su verdadera esencia. El panfleto político o demagogia, como elementos integrantes de la misma, le retacean creatividad y la despojan de la natural y espontánea creatividad popular".
La Catalina siempre fue pro-Mujica, de hecho hizo el spot de campaña. Pero no se quedó con ello, y si bien incluyó en su cuplé una pequeña celebración, al toque volvió a su raigambre de murga y comenzó la crítica:
"después de la resaca, rumbo al laburo, ya estábamos un poco más inseguros.
Entre los compañeros se comentaba, 74 ñoquis, la veo brava.
Tá caprichoso, tiene sus mañas, casi se queda frito en la bicicleta de la campaña". Qué bien le vendría a Copani, por ejemplo, aprender que no sólo se puede, sino que también se tiene que estar, como artista, de todos los lados posibles. Si no, no hay arte, hay panfleto. A menos, claro, que no le moleste ser un agente de propaganda. Sé de mucha gente que hace un trabajo que le disgusta porque la paga y los beneficios son buenos.

• “Sus libretos deberán contener esa particular esencia murguera donde se destacan la críticas de actualidad, la sátira y la jocosidad, descartando los textos groseros”.
Bueno, también sabemos, entonces, por qué probablemente no haya muchas murgas cantando en Show Match ni se hable de ellas en Intrusos. Aparentemente lo que la gente quiere es la puteada porque sí, la Granatta abriendo las patas (ya es más poética esta rima burda que cualquier cosa que esta piba diga), y cómo se gritan Alfano y Pachano (acá no hay rimas, no se ilusionen), con lo que el asunto de evitar los textos groseros hace parecer a diecisiete borrachos que cantan como diarieros, como el Cenáculo Francés.


Como para ir cerrando, les cuento que una de las partes características, y tal vez más divertidas, de la actuación de la murga, es el salpicón, que consiste en repasar de modo cómico lo más importante del año que pasó, dando un pantallazo crítico de la realidad social. Si quisiéramos -y esto es otra de las cosas que nos distinguen del vecino país-, con lo que hasta hoy pasó en Argentina, tenemos tema de salpicón para 3 murgas de cada uno de los cien barrios porteños. Algunos: Aníbal Fernández contra Mirtha Legrand, el megacanje de la deuda, el Fino Palacios, Redrado acuartelado en el Central, Aníbal Fernández contra Nicole Neumann, el cerdo de Néstor
, Aníbal Fernández contra la Nelly -una historieta...-, la merluza para todos, Redrado y Luli Pop, la mafia de los medicamentos, la Ley de Medios, Macri jugando a ser Susana Giménez, el Bicentenario, y podemos seguir...

Ah, de con quién fui a la Trastienda, no les voy a decir una palabra.


1 comentario:

  1. el hipervinculo es un camino de ida
    tarde pero seguro
    no me anda el shift, le cayó birra encima, y poner el caps lock me rompe las borlas

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