jueves, 4 de marzo de 2010

Sentado en el umbral de Garfield


Por experiencia propia, sabía que uno tarda bastante en convertir en un hogar, y sobre todo, en su lugar en el mudo, a su primer depto de soltero. Y entonces, quise ayudar de todas las maneras que se me ocurrieron. Aunque la primera idea que debería haber aparecido es la de recordar que no era soltera, que tenía a su novio (ok, no quiso venirse con ella, no aportó demasiadas ideas ni ningún dinero, pero estaba, muy a mi pesar), en vez de eso, decidí que esa casa, la de María, debía tener un toque personal.
Ya de movida, colaboré con el televisor, que se compró con mi tarjeta, ahorrándole un 10%. Con ese dinero, compró la mesa de tv que yo mismo armé, tardando 1h 13m 56s, demostrando mi total inutilidad y mi obstinación para resolver ese acertijo que son los muebles del easy, y mis ganas de no irme nunca, a la misma vez. Qué otra cosa podía esperarse, si me atendían con sánguches de miga y gaseosa, me agradecían la gestión y el armado cada 5 minutos, con comentarios del tipo “y pensar que Juanchi va a tirarse a jugar a la play en cuanto llegue”, o “es más de lo que otros hicieron por mí, y deberían”. Ni Aníbal Fernández con toda la policía me iba a sacar con mi trabajo (el de armar la mesa, entiéndase bien) sin terminar.
El segundo golpe, lo dí a la hora de la merienda. Tenía en casa una cafetera eléctrica que no usaba, y recordaba haber tomado infinidad de tazas de café en su casa de cuando no era una mujer independiente. Entonces, la llevé para allá, junto con una taza con un Garfield que eructaba en clave cómic, que esa taza es sólo para que la use la portadora del nombre.
-Una casa no es de quien la habita hasta que no haya algo con su nombre-dije, muy convencido de estar derrapando en el índice Marley de gansadas, pero también expectante.
-Gracias, es el primer regalo que recibo para mi casa. Espero que no se rompa nunca mientras esté acá.
A diferencia de la actualidad, en la cual las remeras me estallan del tórax para abajo, esa tarde de marzo me reventaba el pecho del agrande, la satisfacción, el orgullo, pero también la cabeza, friendo neuronas pensando el próximo plan.
Así que fui por los puff. Cumpliendo lo prometido, le informé que a la tarde pasaría a dejarle el relleno que conseguí cerca de la oficina, pero como no podía ser de otra manera, fue con bonus track. Sabiendo que la lectura no está entre sus (800) pasatiempos favoritos, pero también conociendo la vida del uniocupante, introduje entre el telgopor (se escribe así) de los puff, “bocas del tiempo” de Galeano, que se lee de a pedacitos o de un tirón, pero es a prueba de lectores vagos y no hay vida que no pueda ser tocada por esa maravilla. Pero volvamos. Dejo el paquetote, me quieren abonar los 35 mangos, me rehúso y salgo corriendo, no sin antes mencionar que, si necesita ayuda, no deje de llamar.
No sólo no llamó. No mandó mensaje. No dio señales de vida. Sino que, además, no respondió mis mensajes, que mandé –para el grado de ansiedad que tenía- muy discreta y poco invasivamente.
A los cuatro días, volviendo del fútbol, pregunto si ya había cenado, dado que yo no y no habíamos hablado desde el delivery de tergopol. Su respuesta fue lo más parecido al penal de Sensini a Völer que yo recuerde:
-No comí, pero mi novio vio el libro y se enteró de la taza y se re calentó, así que no da.
Miles y millones de respuestas hacían el pogo de Ji Ji Ji en mi cabeza. Agresivas, lastimeras, orgullosas, graciosas, no tanto, suplicantes, exasperantes, definitorias, solicitantes, muy agresivas, enigmáticas. Por eso tardé más de 20 minutos en responder con cinco letras que resumieron todo:
-Listo
Casi dos años después, sospecho que esa taza sigue viva, pero que eso no es ya un hogar de uno, y posiblemente se quede ahí cuando se vayan. Aunque quién sabe, tal vez se la jugó y la rompió al toque, convencida que si las cosas no llegan de quien tienen que venir, mejor que no existan. Porque no da.

2 comentarios:

  1. ... las ediciones limitadas no siempre caen en manos de coleccionistas... pero tarde o temprano son halladas (y hasta rescatadas) por éstos.
    Se siente lo que transmitis!

    Pink Panther

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  2. Nota mental: comprobar soltería antes de entrar en gastos.

    José

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